lunes, 13 de marzo de 2017

Caracas es hermosa, odiosa pero, hermosa


Caracas es una ciudad joven, tanto que parece una adolescente en plena crisis de identidad, que no nos permite compartir con ella. Solo nos deja verla superficialmente a través de sus vías plagadas de irregularidades y huecos, cual acné, que nos maltratan e impiden queramos acercarnos a ella. Aunque a veces por cosas del destino es ella con sus malas juntas quien se acerca a nosotros y nos roba la paz.
Así vivimos a nuestra Caracas con miedo a que, en una crisis propia de la edad, arremeta contra nosotros. Simplemente porque quienes debieron ponerle carácter (las leyes, el estado, el gobierno, etc.) la abandonaron a su suerte, si bien no antes de enfurecerla y darle armas para su supuesta autodefensa.
Da miedo pensar en esta adolescente llamada Caracas, pero cuando intentamos recordar quien fue hace algunos años: La niña de Venezuela dando la cara en un nuevo continente lleno de oportunidades. A pesar de que dé terror acercarse a esta muchacha creo que aún hay tiempo de rescatarla y traerla a la luz, porque todavía conserva ese destello de niña dulce en sus ojos, en esas estructuras, casas, calles que por miedo hemos olvidado pero que se conservan imponentes y anecdóticas si decidimos observarlas de cerca e incluso caminarlas.
“Hay un color muy particular en Caracas en la forma como el sol baña cada edificio…”
Pese a la oscuridad impuesta aún hay un color muy particular en Caracas en la forma como el sol baña cada edificio e incluso como las nubes se funden con los edificios en los días lluviosos, porque Caracas es mucho más que el Ávila, es lo que nosotros hemos abandonado y por eso quiere vengarse de nosotros, pero lo olvidará rápido con paciencia y un fuerte abrazo.
Ciertamente no es perfecta y es muy odiosa con nosotros, pero tenemos que recordar que solo es una adolescente a la que debemos enseñarle a aceptar su pasado, su presente y sus infinitas posibilidades de futuro más allá de las armas y la venganza. Caracas es una ciudad hermosa, especialmente en los rincones que olvidamos por miedo.
Publicado originalmente en Kemapache.com

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