Yo me considero una persona positiva y por lo general cuando algo es engorroso digo que es divertido, porque representa novedades y retos para obtener los resultados que necesito, es decir, será toda una experiencia. En ese sentido las dos últimas semanas han sido muy divertidas. ¿Por qué?, porque he tenido que realizar algunos trámites legales en Caracas, lo que representa un nivel de diversión superior.
La semana pasada, acompañé junto a mi esposo a su abuela (extranjera) a retirar la renovación de su visa y sacar su cédula, como es de imaginar esa mañana nos preparamos bien temprano para salir y calarnos un día entero en el SAIME. Así que llegamos a la oficina de Los Ruices (si vas a pie o en metro debes caminar al menos tres cuadras para llegar a la oficina), donde hay una oficina exclusiva para los trámites de extranjeros. Había poca gente y a diferencia de los demás presentes tuvimos la suerte de que el pasaporte que íbamos a retirar ya estaba firmado (la funcionaria que firmaba llegaría a las 10:30am), preguntamos por la renovación de la cédula e inmediatamente nos indicaron debíamos sacar dos copias en el kiosko de la entrada y una vez pagado el arancel, le tomaron la foto para la renovación y nos dijeron que podíamos retirar la nueva cédula al día siguiente. Fue sorprendente, conseguir una oficina limpia (incluso los baños), iluminada y en la que los funcionarios presentes tuvieron excelente disposición para atender a una señora de la tercera edad.
Lamentablemente, al día siguiente cuando fuimos a retirar la cédula nos encontramos con algo más tradicional en la administración pública, la cédula no se retiraba en la misma oficina, era en la de la esquina, donde habían treinta mil colas y nadie sabía decirte para qué era cada una, finalmente la tercera edad sirvió para que un vigilante se condoliera y dijera pase a la señora directo a la derecha, ahí habían al menos tres funcionarios sin hacer nada, y al acercarme a preguntar si nos podían atender lo hicieron de muy mala gana, luego de hacernos esperar finalmente nos atendieron y logramos salir esta vez de la oficina oscura y sucia al lado de la limpia e iluminada del día anterior. Definitivamente para hacer un trámite en este país no hay dos días ni oficinas iguales, aunque estén una al lado de la otra.
La última experiencia fue tratando de averiguar cómo es el proceso de registro de una asociación civil, cosa que jamás he hecho siempre he trabajado con empresas mercantiles. Resulta que de acuerdo a lo que logré averiguar hoy debes registrarla en la zona donde operara la asociación civil, y aunque estés en el mismo municipio, tienes que recorrer todos los registros públicos del país, pequeña exageración, para confirmar cuál le corresponde a tu dirección. Claro que esto puede funcionar perfectamente como ejercicio cardiovascular si haces las averiguaciones caminando. Me divertí tanto visitando los registros hoy para obtener esta información que pude comprobar que el ánimo del registrador tiene mucho que ver con los procesos de cada registro.
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