lunes, 3 de octubre de 2016

Tomar una decisión es cuestión de que se sienta correcta

Decidir es quizás la muestra más representativa de que somos libres. Razón por la cual es, seguramente, una de las cosas más fáciles y difíciles que hacemos. Es fácil porque hay decisiones que tomamos todos los días y son operativas, de forma que no nos demandan gran análisis. Como decidir tomar algo frío en lugar de algo caliente cuando tenemos calor, parece una decisión sencilla y automática, tal vez si lo sea, pero fíjate que, si en lugar de refrescarte eliges un chocolate caliente, porque hace días que te provocaba uno es probable que el resto de la tarde estés acalorado y termines de mal humor, lo cual en cierta forma demuestra que ninguna decisión es simplemente ella, es todo lo que la acompaña y rodea.

Hay otras decisiones que por sí solas pareces las grandes elecciones de la vida, porque pueden llegar a cambiarla por completo y las que sabemos que no se pueden tomar a la ligera y para las que siempre querrás exista una señal divina para no equivocarte o buscaras pensar y volver a pensar sobre ellas, aunque no tengas tiempo y debas decir Sí o No al instante. Es ahí cuando quizás vale más la sensación que tienes de si puede ser un éxito o un fracaso y decir salga lo que salga me arriesgué y lo viví.

Sólo decidimos porque tenemos experiencia en algo y sólo podremos decidir certeramente si asociamos nuestras decisiones a algo que conozcamos, dicen que nadie aprende por experiencia ajena y eso es fácil de entender, porque cada decisión que tomamos tienen nuestros propios matices de lo que ya hemos vivido. Pero a veces las decisiones que tomamos sólo requieren un salto de fe esperando lograr volar y si hemos de fracasar saber que estaremos listos para una decisión mayor.

Yo siempre evalúo mis “grandes decisiones” millones de veces, las calculo y las vuelvo a calcular millones más, pero para mí todo queda claro cuando mis mecanismos de seguridad ante decisiones trascendentales siento los puedo saltar, ahí la decisión se siente bien y es sí porque sí sin importar nada. Después de todo mi experiencia para tomar decisiones me ha enseñado que si la decisión se siente bien ya casi tengo el éxito seguro, sólo falta publicarlo.

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