Desde que elegí convertirme en esposa, descubrí y sentí en carne propia, como nunca antes, la misoginia por parte de jefes, amigos, familiares y clientes.
Soy una mujer afortunada, tengo un padre maravilloso cuyo ejemplo y amor es inigualable, además un esposo que me respeta y me ama cada día, con el que tengo 13 años construyendo una vida día a día. Ninguno de los dos es perfecto, pero para mí si más hombres se parecieran a ellos habría un poco menos de desigualdad.
Sin embargo, desde que me casé el título de esposa me ha mostrado lo grande que sigue siendo la misoginia de muchos hombres que ven a la mujer como una cosa y además si es una esposa debe ser controlada y desdibujada para ellos poder mantener su posición.
-Al casarme mis responsabilidades y perspectivas se adaptaron a la nueva convivencia, debo velar por mi familia constituida por mi esposo, recién casada a mi jefa no le gustó defendiera esto.
-Con el título de esposa al parecer todo puede ser mal visto, si no acompaño a mi esposo lo abandoné, si estoy con él en las buenas y las malas, lo controlo.
-Si las decisiones de mi esposo no le gustan a alguien, en el entorno que sea, me responsabilizan a mí aunque yo no haya participado o haya defendido una posición contraria.
-En varios escenarios he tenido que optar por el silencio y apartarme como herramienta de defensa ante hombres que han pretendido despreciarme, porque deben hablar con Luis por encima de mí.
-Desde que ostento el título de esposa para muchos dejé de ser Kairy para ser referenciada como la mujer de Luis (debo decir que la expresión mujer de fulanito siempre me ha parecido horrible porque denota propiedad y no elección, yo elegí ser esposa).
-Incluso he tenido que dejar de presentarme como esposa para hacerlo como socia para conseguir contratos y ser respetada.
-El desprecio y el ser únicamente vista bajo el título de esposa me ha afectado, me llevó a padecer síndrome del impostor, perder amigos que ahora solo ven mi título, dudar de mi misma y sentir que necesito aprobación.
Hoy día una mujer sola e independiente sigue siendo mal vista mientras que una esposa independiente, fuerte y decidida es una idea totalmente incomprensible. Pareciera que en definitiva muchos, no todos solo aquellos que gritan más duro, siguen defendiendo posiciones de antaño y su misoginia es más grande que ellos mismos.
En seis años de matrimonio he descubierto cuan grande y fuerte puede hacerse una pareja, pero también como en público mi título de esposa ha servido para intentar callarme, reducirme y despreciar mi opinión. Juntos hemos luchado para no permitirlo y en aquellos espacios en los que nos une más que un contrato seguimos cumpliendo juntos con nuestro papel de esposos, familia, amigos y socios. Porque sobre todas las cosas creo que el género y el título realmente no definen el valor de una persona y sobre todas las cosas merecemos respeto. El respeto no implica coincidir en todo, simplemente poder convivir aún sabiendo que el otro tiene una posición diferente sin necesidad de agredirnos y lastimarnos.
Sigo siendo Kairy, tan ácida, irreverente, honesta, directa, sin filtro y comprometida como siempre. Continuo pensando que la honestidad y la congruencia de mis palabras, decisiones y acciones son mi mejor carta de presentación, aunque no todos puedan entender o apreciarlo. Que me equivoco y siento miedo frecuentemente, sí pero nunca me detengo.
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