sábado, 7 de noviembre de 2020

Elegí ser esposa

Desde que elegí convertirme en esposa, descubrí y sentí en carne propia, como nunca antes, la misoginia por parte de jefes, amigos, familiares y clientes.

Soy una mujer afortunada, tengo un padre maravilloso cuyo ejemplo y amor es inigualable, además un esposo que me respeta y me ama cada día, con el que tengo 13 años construyendo una vida día a día. Ninguno de los dos es perfecto, pero para mí si más hombres se parecieran a ellos habría un poco menos de desigualdad.

Sin embargo, desde que me casé el título de esposa me ha mostrado lo grande que sigue siendo la misoginia de muchos hombres que ven a la mujer como una cosa y además si es una esposa debe ser controlada y desdibujada para ellos poder mantener su posición.

-Al casarme mis responsabilidades y perspectivas se adaptaron a la nueva convivencia, debo velar por mi familia constituida por mi esposo, recién casada a mi jefa no le gustó defendiera esto.
-Con el título de esposa al parecer todo puede ser mal visto, si no acompaño a mi esposo lo abandoné, si estoy con él en las buenas y las malas, lo controlo.
-Si las decisiones de mi esposo no le gustan a alguien, en el entorno que sea, me responsabilizan a mí aunque yo no haya participado o haya defendido una posición contraria.
-En varios escenarios he tenido que optar por el silencio y apartarme como herramienta de defensa ante hombres que han pretendido despreciarme, porque deben hablar con Luis por encima de mí.
-Desde que ostento el título de esposa para muchos dejé de ser Kairy para ser referenciada como la mujer de Luis (debo decir que la expresión mujer de fulanito siempre me ha parecido horrible porque denota propiedad y no elección, yo elegí ser esposa).
-Incluso he tenido que dejar de presentarme como esposa para hacerlo como socia para conseguir contratos y ser respetada.
-El desprecio y el ser únicamente vista bajo el título de esposa me ha afectado, me llevó a padecer síndrome del impostor, perder amigos que ahora solo ven mi título, dudar de mi misma y sentir que necesito aprobación.

Hoy día una mujer sola e independiente sigue siendo mal vista mientras que una esposa independiente, fuerte y decidida es una idea totalmente incomprensible. Pareciera que en definitiva muchos, no todos solo aquellos que gritan más duro, siguen defendiendo posiciones de antaño y su misoginia es más grande que ellos mismos.

En seis años de matrimonio he descubierto cuan grande y fuerte puede hacerse una pareja, pero también como en público mi título de esposa ha servido para intentar callarme, reducirme y despreciar mi opinión. Juntos hemos luchado para no permitirlo y en aquellos espacios en los que nos une más que un contrato seguimos cumpliendo juntos con nuestro papel de esposos, familia, amigos y socios. Porque sobre todas las cosas creo que el género y el título realmente no definen el valor de una persona y sobre todas las cosas merecemos respeto. El respeto no implica coincidir en todo, simplemente poder convivir aún sabiendo que el otro tiene una posición diferente sin necesidad de agredirnos y lastimarnos.

Sigo siendo Kairy, tan ácida, irreverente, honesta, directa, sin filtro y comprometida como siempre. Continuo pensando que la honestidad y la congruencia de mis palabras, decisiones y acciones son mi mejor carta de presentación, aunque no todos puedan entender o apreciarlo. Que me equivoco y siento miedo frecuentemente, sí pero nunca me detengo.

martes, 31 de marzo de 2020

Historia de mi vesícula


Hay dos tipos de ignorancia, la que implica falta de conocimiento y aquella que se refiere a la omisión de algo. En la historia de mi vesícula hay de ambas.
Esta historia comienza el día que nací, pues como cualquier otro ser humano nací con un órgano llamado vesícula y realmente después de 29 años su existencia nunca fue notoria, ni me enteraba de que existía, como debe ser. Hasta que me diagnosticaron un cólico biliar la madrugada del 03 de enero de 2020, había pasado toda la noche despierta y adolorida. En ese momento fue en el que me enteré que tenía vesícula, las cosas que descubrimos cuando algo deja de funcionar, como la vesícula no es un órgano esencial (solo es un depósito de bilis, producida por el hígado) cuando empieza a fallar y ocasionar problemas hay que removerla.

La historia de mi vesícula es una historia de ignorancia

Luego de diagnosticada, en retrospectiva, resulta que tenía al menos 6 meses con extraños y frecuentes malestares estomacales; sensación de hambre acompañada de gases, pero dentro del estrés habitual deduje: hambre acabando de comer significa ansiedad. Aquí no hay nada de que preocuparse, sigamos estresándome.

Transcurría julio 2019, mi vida estaba más que conmocionada, en junio había tenido un accidente en moto del cual apenas me recuperaba. Estaba en mi tercer mes de emprendedora, con mucho por hacer y sin haber cubierto aún mis ingresos mínimos esperados. Indudablemente, todo lo que me pasara podía ser endosado a la ansiedad, ¿quién se preocupa por tener ansiedad?

Incluso, lo que hoy entiendo fue mi primer cólico biliar, creí era una indigestión en la madrugada del 04 de agosto. Aquel día había hecho un pequeño desastre comiendo en la noche, así que el dolor y los gases los atribuí directamente a una indigestión. ¿Quién se alarma por una indigestión? Este es el nivel de mi ignorancia sobre mis malestares físicos, no son nada sigamos adelante, además ignorando las características de los problemas vesiculares. La ignorancia y desconocimiento pudieron haberme llevado a un cuadro mucho más complicado.

Fueron pasando las semanas y meses, seguían los incomprensibles malestares y me acostumbre a vivir sintiéndome mal, simplemente lo ignoraba.

Entonces, llegó diciembre con pocas excentricidades respecto a años anteriores, después de todo se trata de Venezuela y la masa seguía sin estar para bollos, aunque si hubo hallacas. Lo cierto es que durante las dos últimas semanas de 2019, mi dieta cambió porque entre una cosa y otra pasé casi dos semanas sin cocinar entre hallacas, pan de jamón y recalentados. Todos estos pequeños y sostenidos excesos al parecer fueron más grasosos de lo normal y volvieron a provocar el extraño malestar y dolor la madrugada del 30 de diciembre. Ahí si entendí era algo a lo que tenía que prestarle atención. Claro en enero porque ¿qué médico atiende un 30 de diciembre?

Llego enero

Pronto llegó enero, pero no dio chance de que investigara ni se reincorporaran los médicos, la madrugada (sí, otra vez de madrugada los cólicos biliares atacan de noche) del 03 de enero de 2020 empezó otro cólico biliar que más que su intensidad era su persistencia lo que lo hacía más desesperante. Esa noche fue larga, intentaba con desesperación vaciar mi estómago (vomité, oriné, evacué) nada daba alivio al dolor.

A las 5 am, con al menos 5 horas de dolor continuo, llamé al seguro (el cual pago solo por el servicio de ambulancia – que dejó de funcionar en marzo 2020 - , ya que la póliza no cubre nada y no he logrado conseguir otra porque mi esposo es diabético y no lo quieren asegurar). Llamamos a emergencias y en 45 minutos ya estaban en casa atendiéndome, ahí supe estaba sufriendo de la vesícula y el dolor no era otra cosa que un cólico biliar.

Los paramédicos me colocaron un calmante y me dieron la orden para un eco abdominal, gracias al calmante me sentí aliviada y me pudieron llevar a la clínica para realizarme el eco abdominal y comprobar el estado de mi vesícula, estaba inflamada, tenía una piedra de centímetro y medio, barro biliar. La gran pregunta ¿qué médico me puede atender?, solo el ingreso a emergencias era $300, solo por entrar.

Mientras el gran dilema se presentaba tuve lo que ha sido el momento más agudo del malestar volví a vomitar, esta vez hasta la bilis y me descompensé, tanto que mis padres y mi esposo me tuvieron que acostar en las sillas de la sala de espera de la clínica, estaba mareada, débil y dudando si aguantaría el malestar.

Estando acostada en las sillas de la sala de espera, me sentía como una indigente desvalida, mi mamá y mi esposo consiguieron a un médico que leyó el eco y les dio la noticia de que me tenía que operar, en esa clínica el presupuesto rondaba los $5.000. Gracias a Dios, mientras ellos recibían esa noticia yo me había logrado reincorporar, me sentía aliviada y mejor, tanto que me encontraron echando broma con mi papá. Entonces, hicimos lo único que podíamos hacer ese día ir a la farmacia a buscar los calmantes que había recetado el médico, descansar y hacer una dieta baja en grasas. Mientras empezábamos a sacar cuentas ¿De dónde se sacan $5.000? ¿Quién tiene $5.000? ¿Qué tan traumático será un hospital?

Pasaron los días y nos recomendaron otro cirujano, fuimos a conocerlo una semana después, el 10 de enero, una consulta de $10 nos dio un presupuesto de $2.500, aún inalcanzable pero quizás menos difícil. El tema era cuánto tiempo tardaríamos en reunir el dinero y más importante aún mi vesícula aguantaría a que lo consiguiéramos.

Justo una semana después la buena sangre, colaboración y amabilidad característica de mi papá quien tiende a ayudar a todos con los que trabaja, nos trajo la buena noticia de poder ser atendida en el hospital, así que el 15 de enero fuimos a cita de cirugía. Para mi agrado fui sorprendida por un hospital bastante decente y con una doctora muy amable (contrario a lo que solemos escuchar y saber de los hospitales en Venezuela).

Comenzamos el camino preoperatorio, ese 15 de enero. Fue un mes que cambio en nuestros ritmos porque todos los días debía estar con mi papá a las 6:30 am para poder llegar al hospital a las 7am, mientras mi esposo se iba a trabajar, intentando sacar todo el trabajo posible, aún pensando en la carrera de reunir el dinero para la operación ($2.500 ó $5.000).

Finalmente, luego de realizarme todos los exámenes, volví a la cita de cirugía, siempre acompañada por mi papá y con la merienda que me enviaba mi mamá que creo pensaba que no desayunaba. Nos dieron la lista de compras para la operación, una vez reunimos todas las cosas nos dieron la cita para la operación, sería el día 12 de marzo del 2020.

Me aseguraban que al ser laparoscopia la operación es muy sencilla y la recuperación es bastante favorable.

La operación de mi vesícula

Ingresé al hospital la tarde del 11 de marzo, esa noche mi esposo y yo aprovechamos de conversar y hacer muchos planes respecto a nuestra empresa y su crecimiento. Fueron horas muy productivas. El cubículo en el que estábamos era bastante decente, hacía frío y logramos dormir bien esa noche, aunque ya a las 4 am yo estaba despierta, creo este fue mi mayor síntoma de ansiedad ese día. A las 5am me mandaron a bañar, lo cual no fue nada agradable, el baño, aunque estaba limpio era oscuro, no había agua, así que tocaba agua fría de tobo. Yo realmente soy cobarde para el frío.

Entre 8:00am y 8:30am me llevaron a quirófano, para variar (casi siempre me pasa) se me infiltró la vía y tuvieron que tomarme otra justo antes de colocar la anestesia. No recuerdo más, aunque la enfermera me dijo que al despertar no me porté bien, a mi familia le dijeron intenté pararme cuando estaba despertando y tuvieron que sujetarme entre varios. ¡Yo siempre acelerada!

Estando ya en el cubículo, como a las dos de la tarde me vistieron, realmente me impresionó ver mi barriga, especialmente mi ombligo. Mi ombligo es normal y bonito, se veía grande y además tenía puntos ¿qué le hicieron a mi ombligo?, además mi barriga estaba hinchada y deforme, supongo por el aire que usan en la operación y que aún no botaba los gases suficientes.

La primera vez que me senté fue horrible el malestar en la barriga, aunque a mi esposo la enfermera le había enseñado la técnica para levantarme abrazándome fue muy doloroso. Estuve un rato sentada y la primera vez que me paré creo no aguanté ni dos minutos y me mareé. Así que me volvieron a acostar, otra vez la molestia fue horrible, hasta que fue hora de la cena, en el hospital es a las 5pm, me llevaron una crema de verduras que sabía a gloria pues no había comido nada desde el día anterior y estaba hambrienta. Luego de comer conseguí fuerzas para pararme y caminar, que es lo más recomendado para sacar los gases de la cirugía, que incluso llegan al pecho y al hombro donde son muy molestos, especialmente para los movimientos de pararse y acostarse.

En la revisión de los doctores a las 9pm la doctora me revisó y me jamaqueó para que me levantara (esto ayudó a que mi esposo mejorara la técnica y se sintiera más seguro) y caminara. Caminé un buen rato hasta que me cansé y volví a acostarme, quedándome dormida rápido. No fue una noche tan tranquila como la anterior, pues los gases atacaban como cuchillos cortándome y también pasaron las enfermeras un par de veces a revisar y colocar tratamiento (antibióticos y analgésicos).

Al día siguiente los médicos me revisaron, al ser un hospital escuela, me sentí como conejillo de indias mientras los estudiantes explicaban el caso y el médico los interrogaba sobre complicaciones y procedimientos. Aprendí mucho y entendí todo estaba bien. Ese día mi mamá estaba muy ansiosa porque me dieran el alta pues, se había confirmado la presencia de coronavirus en el país. Me permitieron comer una galleta de soda, nos dieron el tratamiento y a eso de las 11 – 12 estábamos saliendo del hospital, tendría que volver el próximo lunes a que me quitaran los puntos.

Post operatorio y cuarentena por coronavirus

El viaje en carro hasta la casa fue una verdadera tortura, aunque mi papá iba muy lento las calles de Caracas no colaboran con sus huecos e irregularidades, todo movimiento o vibración lo sentía en la barriga, era desagradable y desesperante.

Mis papás nos dejaron en casa y fueron a buscarnos comida, mi mamá había preparado cremas y gelatina, nos ayudaron con el mercado de frutas y vegetales. Porque nosotros no habíamos podido comprar nada antes de la operación, estuvimos acelerados y agobiados entregando trabajo a nuestros clientes. Estar en casa y comer me reconfortaba, pero aún me sentía muy débil e indefensa por necesitar ayuda para cualquier movimiento.

Esa noche, viernes 13 de marzo de 2020, oficialmente empezó el capítulo del coronavirus en Venezuela, se decretaba la cuarentena a partir del lunes 16. Esa misma noche con esfuerzo y ayuda de mi esposo me senté en la computadora, no para trabajar sino para hacer mercado. Desde hace mucho uso el Excelsior Gama para comprar delivery, porque estando recién operada no me podían dejar sola y además con alerta de pandemia menos quería mi esposo se expusiera, el es diabético y además debía cuidarme, una asmática con post operatorio de vesícula. Debo decir que entre una cosa y otra la cuarentena me sentó muy bien y me permitió guardar un mejor reposo, porque de otra forma habría intentado ir a trabajar a los pocos días de operada.

La primera semana después de la operación de vesícula fue agotadora, estaba débil, casi no comía y necesitaba ayuda para todo, cosa que jamás me ha gustado. Lo bueno fue que no presenté ninguna de las complicaciones habituales, como diarrea cada vez que comes. Así que día a día iba ganando fuerza, aunque con lentitud. Mi esposo supo estaba mejor cuando me empecé a preocupar seriamente por el trabajo y pedía constantemente ir a buscar mi computadora, la cual estaba en la oficina junto a toda nuestra capacidad productiva, en casa solo tenemos una laptop para trabajos y emergencias menores.

El sábado 21 de marzo, me sentía mucho mejor solo necesitaba ayuda para pararme de la cama había conquistado cosas como ir al baño sin ayuda. Así que logré convencer a mi esposo de ir a la oficina a buscar nuestros equipos, yo lo acompañé y casi no sentí el viaje en la barriga. Solo lo ayudé a mantener las puertas abiertas mientras el cargaba todo.

La segunda semana después de la operación fue una semana de experimentación, poco a poco fui incorporándome a actividades, a estar sentada, a comer más, etc. Pero, aún necesitando largos ratos de descanso. Aquí empezamos a conversar sobre cómo mantener realmente la operatividad de la empresa, pensando más en la contingencia global que implica el coronavirus más que el post operatorio de mi vesícula, nuestros dos empleados no tienen conexión en sus casas y nuestra casa no estaba preparada para Home Office, así que empezamos a investigar para mejorar nuestras condiciones de trabajo, ya teníamos los equipos, pero no condiciones de trabajo, escritorio, sillas, internet de respaldo, material de oficina, impresora, etc. Por lo cual he estado investigando y he conseguido proveedores delivery de todos estos servicios y poco a poco hemos mejorado nuestras condiciones de Home Office para seguir adelante.

Estoy ya en la tercera semana del post operatorio de mi vesícula y estoy logrando mantenerme más rato operativa, avanzando y reorganizando todo porque ahora toca atender la contingencia del coronavirus desde casa, por el tiempo que sea necesario o más.


P.D.: Fui operada en el Hospital Vicente Salias - El Hospitalito

martes, 22 de octubre de 2019

Ser profesional es aprendizaje continuo

Siempre me ha gustado el conocimiento, de niña mientras más abstracto o fuera de mi nivel estuviera algún conocimiento más me atraía. Como profesional he mantenido esta necesidad de mantenerme en aprendizaje continuo.

Es que ser profesional es una forma de vida, no un título que te faculta para ejercer una profesión (aunque esta parte también es sumamente importante). Ser profesional implica responsabilidad no solo por el conocimiento ya obtenido o por las tareas encargadas, es responsabilidad por el uso, distribución y crecimiento del conocimiento para la mejora y construcción de empresas y personas, por supuesto de nosotros mismos.

Por eso considero que un verdadero profesional siempre debe estar interesado y promover el aprendizaje continuo, porque reconoce que siempre hay mucho por aprender y mejorar en el entorno en el que se desenvuelve.

Para mí hay tres acciones claves para el aprendizaje continuo de cualquier profesional:
  • Debemos dejar de ser islas y compartir conocimiento e información con todos los miembros de la organización.
  • Es importante tengamos vida fuera de nuestras empresas con profesionales de otras áreas.
  • Investigar e implementar nuevas tecnologías debe volverse parte de nuestro día a día.

El aprendizaje continuo debe ser personal y organizacional, lo bueno es que hoy en día tenemos a nuestra disposición mucho conocimiento con tan solo hacer una búsqueda en Google.

Por otro lado, como yo soy fan del aprendizaje siempre estoy haciendo cursos online de distintas cosas, a veces solo por refrescar conocimiento o nutrirme de otras perspectivas. Así he llegado a tener un perfil profesional diferenciador y he hecho cosas que no imaginé cuando elegí mi carrera en la universidad, ni siquiera con mi maestría.

Un certificado más

Para que tengas un ejemplo, este es un curso que hice recientemente, fue muy nutritivo porque la visión del instructor, su ojo crítico y de colega me ayudó a entender cosas que puedo ahora, presentar de forma más amena a mis clientes de kairy.me y elemental.com.ve



jueves, 15 de agosto de 2019

¿Qué he aprendido y no he publicado en mi blog?

En marzo de 2017, inició una etapa muy intensa para mi profesionalmente. De esas que parecen éxito pero te alejan de lo importante de la vida e incluso te pueden estancar a nivel profesional. Pero, fueron dos años que me enseñaron mucho y me prepararon para lo que estoy construyendo ahora, después de todo solo la experiencia permite construir bases realmente sólidas. Sé mucho, pero quiero aprender mucho más, de eso se trata esta nueva etapa de mi vida. Aprender y aportar.

Esta es una lista sin ningún orden en particular y hasta graciosa:

  • Lo primero que debo decir es que he entendido que escribir es un músculo que se atrofia con rapidez. Tengo meses intentando volver a escribir para mi y para ti, ¡vaya que me ha costado!. Veamos cómo me va desde aquí.
  • Las oportunidades que no son 100% ganadas no son 100% buenas. Hay oportunidades de oportunidades pero solo aquellas bien trabajadas y ganadas garantizan satisfacción total, después de todo tu las has buscado y encontrado.
  • Estar vivo es lo más grande e importante de la vida y todo aquello que la perturbe hay que dejarlo ir. Solo puedes hacer cosas estando vivo y cualquier circunstancia no accidental o de salud que ponga en riesgo tu salud debe modificarse o eliminarse. Todos somos reemplazables de alguna forma u otra, pero para nosotros no hay forma de reemplazar nuestra vida.
  • Hay gente que aunque ames y quieras ayudar no quieren tu ayuda así que es mejor darles su espacio, aunque duela. "Nadie aprende por experiencia ajena" y aunque para la familia y los amados siempre estaremos, en ocasiones es mejor dejar que piensen y anden por sí mismos. Ya el tiempo dirá quizás estemos equivocados o quizás terminemos corriendo por salvar una vida, pero será mañana.
  • Lo material se puede perder y recuperar en un ciclo sin fin. Mientras te mantengas aprendiendo y moviéndote puedes crear oportunidades y seguir adelante.
  • No a todo el mundo le gusta la verdad, algunos hasta te llaman arrogante por defenderla.
  • De personalidades hay mucha tela que cortar, la mía se basa en honestidad, orden y control. Me equivoco y mucho, pero cuando se trata de mi trabajo siempre llevo un paso adelante incluso para reconocer que me equivoqué de camino.
  • El tiempo es finito y hay que invertirlo bien. Hoy estamos y mañana no sabemos, la muerte toca nuestras puertas muchas veces a lo largo de los años y no sabemos cuando decidirá o la dejaremos entrar, solo por estar cansados o por elegir una ruta distinta.
  • El amor de la familia es perfecto. En las adversidades cuidarse unos a los otros no tiene palabras que lo describan. Como escuchar a mi papá contento de escucharme llamarlo durante el primer apagón nacional (Caracas, marzo 2019)  me regresó el alma al cuerpo.
  • El dinero es bueno, pero no a costas de la salud.
  • El conocimiento es una gran carta de presentación.
  • Los negocios son fáciles sólo si los lleva un verdadero administrador.
  • Soy administradora y los principios organizar, planificar, controlar y dirigir parecen tatuados en mi cerebro.
  • Un nuevo cliente puede ser la diferencia en la empresa.
  • A veces, ayudar a un usuario te enseña más que cualquier curso de experiencia de usuario.
  • Empecé negocios que no fueron exitosos, pero la perseverancia me dio mi primera oficina.
  • Construir un sistema para una empresa y verlo funcionando es dejar un pedazo de ti en ella.
  • Leí una novela y la disfruté, de resto solo he tenido tiempo para textos académicos.
  • Hay gente cuya simple existencia me puede desesperar. Creo que podría haber vivido sin aprender esto pero bueno, me hizo entenderme un poco más.
  • Soy magister y mi currículo me otorgó una beca para un postgrado, en el cual no logré inscribirme por los apagones. Las cosas son como deben ser así que seguiré buscando oportunidades.
  • Los planes por muy flexibles que sean pueden cambiar totalmente con solo un evento. Tuve un accidente en moto que bloqueo todo mi mes de julio 2019.
  • Aprendí a coser y diseñar mi propia ropa así cumplí uno de mis sueños de niña ahora sólo me falta ser Astronauta ¿inventaran los viajes comerciales antes de que sea muy mayor para disfrutarlo?
  • Aprendí a cuidar mi imagen, que bien me quedan los labios rojos.
  • Conocí Bogotá.
  • Fui a la playa, luego de 5 años. A veces, tenemos que recordar que no todo es trabajo o imprevistos. Nosotros también podemos decidir detener el mundo, al menos por un par de horas.
  • Me sentí quemada profesionalmente y decidí cambiar mi camino.
  • Para mejorarme profesionalmente he estado haciendo muchos cursos y contribuyendo en plataformas de mentoría gratuita para emprendedores Micromentor, ha sido una súper experiencia he trabajado con emprendedores de India, España, México, Colombia y Venezuela, los he apoyado a entender sus negocios y sus redes sociales.
  • Empecé a dar clases de gerencia para diseñadores gráficos en el Instituto de Diseño Darias, en Caracas. Ha sido toda una experiencia que consolida mi camino de enseñanza, desde los 17 años estoy entrenando personas.
  • Tengo un servicio de asesoría en optimización de perfil de LinkedIn y ya he ayudado a que varios sean más visibles para los reclutadores y consigan entrevistas. Siempre digo que el trabajo lo consigue cada quien en vivo.
  • Inicié mi proyecto personal de consultoría y formación en negocios digitales y marketing digital kairy.me creo me podrán leer más por allá que por acá.
Este es un resumen de que he estado haciendo este tiempo que no he estado escribiendo ni aportando por acá, ha sido una época compleja pero que me ha enseñado mucho y ahora tengo mucho más que compartir y enseñar. Así que no me pierdas la pista soy @KairyMedina en todas mis redes sociales.




domingo, 8 de abril de 2018

Las tres horas más largas de mi vida, la hipoglucemia de mi esposo

Mi esposo es diabético desde los 11 años de edad. Nosotros sí creemos que la activación de su diabetes fue por estrés emocional porque se hizo presente luego del divorcio de sus padres. En aquel momento estuvo hospitalizado con una glucemia mayor a 900, como se imaginan eso no lo detuvo, él es muy fuerte.

Su condición de diabético nunca lo ha detenido sólo lo ha movido a hacer más de lo que cualquiera hace en una condición catalogada de normal. Nos conocimos cuando él tenía 21 años, 10 viviendo con diabetes, siempre le decía debía cuidarse y lo ayudaba en lo posible (en aquella época a veces estaba sin insulina y siempre sin posibilidad de medirse) le era muy difícil costear el tratamiento, sin embargo, siempre estaba bien y sonriendo.

Cuando nos hicimos novios, empezamos a trabajar en su salud, debo confesar orgullo porque en los 11 años que ha estado a mi lado hemos conseguido que no le falte nada. Incluso mejoramos las condiciones de su tratamiento con insulinas más modernas, gracias a nuestras caminatas por la ciudad descubrimos Fundadiabetes donde nos han guiado y ayudado a mejorar su calidad de vida.

Pero, la diabetes no es fácil y no debe agarrarsele confianza, eso, lo aprendí esta semana alrededor de las 10 pm del jueves 6 de abril. Cuando sentí el mayor miedo que he sentido en mi vida, la hipoglucemia más bárbara que ha tenido mi esposo en su vida, llegó esa noche y mi experiencia se quedó corta al desvanecerse en mis brazos.

Él estaba muy cansado, así que cenó y se acostó, yo aún estaba despierta y pendiente de que se hiciera su postpandrial porque durante la semana había estado muy sensible a hipoglucemias, porque, la falla de transporte en la ciudad nos había hecho caminar varios kilómetros a los que no estamos acostumbrados. Así, a las nueve y algo medí su glucemia (actualmente usamos FastCheck el único Glucometro al que se le encuentran descartables en Venezuela) tenía 67, me dijo dame algo de azúcar tomó aproximadamente unos 30 gramos de carbohidratos, no pasaron ni 15 minutos cuando empezó a quejarse, yo le digo hace ruidos como de bebé que llaman mi atención, al parecerme extraño lo volví a medir y estaba en 26 de glucemia, sus brazos perdieron fuerza y dejó de responder. Mi esposo no estaba, se iba de mis brazos. Entré en pánico no sabía que estaba pasando, nunca había visto eso y en 4 años de matrimonio sí que he visto hipoglucemias, muchas de madrugada.

Como pude le di más azúcar y gracias a Dios mi mamá me ayudó, mi hermana llamó al seguro Universitas y mi papá a mi cuñado. Para cuando llegaron los paramedicos y dijeron se lo llevaban a hospitalización sentí me oprimían el corazón, fueron ellos quiénes le dieron oxígeno y dextrosa intravenosa, luego de unos 30 minutos, él regresaba y no entendía que estaba pasando.



Fueron sin duda alguna las tres horas más largas de mi vida, 67 - 26 - low - 40 - con 70 de glucemia llegamos a la clínica a las 12:15 am ya consciente y claro de lo que estaba pasando, luego como es de imaginar la azúcar y la dextrosa hicieron efecto llegando 374 a las 5 al del 7 de abril. Desde ese momento estamos buscando poner orden no más hipoglucemias ni hiperglucemias por error, confianza o descuido.

miércoles, 12 de abril de 2017

Otro post dedicado a mi cuaderno

Siempre llevo una libreta, cuaderno, lápiz o bolígrafo. 

Recientemente le comentaba a mi esposo sobre varias cosas en las que estoy trabajando, le mostraba mis cálculos, escritos y formas que tengo en mi cuaderno. En ese mismo momento la conversación se trasladó a mi pasión capitalista, cuánto vale mi cuaderno.

Porque, aunque cada anotación solo valga para mí y solo yo la pueda ejecutar, mi cuaderno vale oro, por eso siempre me acompaña. Cada día se va llenando de ideas, catarsis y proyectos que el tiempo va dando formas, aunque no se trasladen a otros formatos. Porque, en el metro no llevo mi celular, tablet ni laptop, solo mi cuaderno que, aunque vale oro pasa un poco desapercibido, a los ojos de los avaros que atacan a diario. Además, el tiempo realmente productivo para escribir en mi cuaderno son esos pequeños instantes entre el trajín del día a día frente a la computadora que paga las cuentas.

El papel se convierte en oro solo porque nuestro cerebro tiene un gran potencial, que más que coordinar nuestras funciones vitales, es capaz de generar ideas y transformarlas en realidad, y para ello solo requiere dejarlas salir, quizás a primera vista no parezca más que una roca, pero con algunas pulidas se convertirá en un diamante.

En estos momentos mi cuaderno está por acabarse, por eso, mi esposo dice debo dejarlo en casa y tener libretas u hojas menos importantes, ya lo he intentado, es que en lo que el cerebro descarga su potencial en papel y lápiz, esa simple nota vale oro y así vuelvo al problema inicial. Tengo miedo de volver a perder mi cuaderno en Caracas, de sufrir una nueva lobotomía. Porque he comprobado que es más fácil recuperar un celular que cada línea de un cuaderno que nos acompaña día a día.

Aprendemos diferente

Somos todos diferentes de eso no existe ninguna duda y al ser así todos aprendemos de forma diferente, a nuestra propia manera y ritmo, esto último sinceramente no me fue fácil de aprender.

Siendo hija de docentes me parecía que eso no era lo mío, para mí era horrible la paciencia que tenían para repetir lo mismo mil veces hasta que algún muchacho les pudiera entender, para más colmo mal pagados. Solía decir que jamás tocaría la docencia, hasta que descubrí que ser supervisor de departamento te convertía en: docente, guía, consejero y hasta psicólogo de tu equipo.

He tenido una carrera profesional de la que estoy muy orgullosa, mi LinkedIn. En pocos años ascendí y llegué a tener la responsabilidad de supervisar al menos 10 jojotos (así les digo a los novatos que recién inician su vida laboral). Algunos se han parecido a mí y todo ha fluido de mil maravillas, conexión inmediata, mejoras en procesos y flujo de trabajo. Otros me han superado y de ellos aprendí mucho. Pero son aquellos cuyos procesos de aprendizaje era diferentes a los míos quienes realmente me pusieron a prueba y quienes más me enseñaron abriéndome muchas oportunidades de crecimiento profesional y personal.

Es que cuando empiezas a entrenar a alguien para un cargo, siempre te presentas con tu propio aprendizaje y experiencia que suele resumirse en esto se hace así o yo lo hago así, y resulta altamente frustrante cuando no logras que el otro se alinee rápidamente con tus formas y te reta a que encuentres mil y un maneras hasta que logres diseñar el camino para que este otro pueda cumplir sus actividades de aprendizaje con éxito.

No es un proceso fácil, implica entender cada palabra, gesto, intención que le mostramos al otro para poder observar sus reacciones. Comprender, que ya tu recorriste el camino y ahora debes ayudar a que otros consigan su camino, aunque deban hacer las mismas paradas, distinguir si los aburres o los abrumas para hacer las estrategias que les brinde oportunidades, ánimos, redireccionarlos, etc. Cuando ves a tus jojotos, avanzar y cumplir con sus actividades y procesos incluso con más brillo que tú, te sientes como madre orgullosa. Ser supervisora y entrenar a mis jojotos me enseñó mucho.

Por eso, creo que es importante para la cultura corporativa de cualquier empresa formar a sus supervisores como educadores, multiplicadores del conocimiento que en ella se ha desarrollado. Además, todo conocimiento que se atraiga dentro de la empresa germinará y dará grandes frutos.